En pleno altiplano boliviano, donde el cielo parece tocar la tierra, comunidades de la Provincia Nor Lipez como San Cristóbal y otros pueblos aledaños al Salar de Uyuni están redescubriendo su potencial a través del turismo comunitario. Lo hacen de la mano de la organización internacional CODESPA, que desde hace más de 40 años trabaja en Bolivia acompañando a los emprendedores locales en el fortalecimiento de sus capacidades impulsando un turismo rural sostenible en uno de los destinos más emblemáticos del país.

Gracias al apoyo del Programa de Ayuda Directa (DAP por sus siglas en inglés) del gobierno de Australia, CODESPA ha podido consolidar una estrategia de acompañamiento integral a comunidades que dependen del turismo en esta zona de gran belleza natural, pero también de alta vulnerabilidad socioeconómica. La asistencia técnica, la formación y la conexión con el mercado han sido pilares clave para promover la resiliencia y generar alternativas económicas en territorios marcados por la minería y los efectos del COVID-19. Una metodología que se ha convertido en un modelo para varias comunidades en América Latina. Todo forma parte de un ecosistema que busca generar empleo digno, ampliar mercados y promover el desarrollo sostenible desde lo local.

Una de las beneficiarias y líderes más destacadas del proceso ha sido Cristina Lopez, emprendedora gastronómica del departamento de Potosí. Su historia es, ante todo, una lección de perseverancia. Empezó vendiendo panecillos en la calle, luego desde una caseta frente al coliseo, y más adelante levantó su primer negocio formal. “He tenido que destrozar mi emprendimiento tres veces para hacerlo crecer. Los clientes me pedían más espacio, más productos, más sabor. Todo nació de la necesidad y de las ganas”, cuenta.

Hoy Cristina atiende en eventos, ferias gastronómicas e incluso ha brindado sus servicios a autoridades nacionales.

“Con CODESPA obtuve certificados de competencia, crecí como emprendedora y como persona. Las capacitaciones fueron una fortaleza, y me impulsaron a demostrarme que sí podía. Hemos trabajado y aprendido juntos”, recuerda.

Además, ha incorporado ingredientes y técnicas ancestrales en su propuesta culinaria, recuperando y elevando la identidad gastronómica de su región.

“Queremos que no se pierdan nuestras costumbres, nuestras recetas. Que las nuevas generaciones las conozcan”, señala. 

Con su ejemplo, ha motivado a sus vecinos y familiares a creer en el emprendimiento como una vía de desarrollo y revalorización cultural. Entre quienes ha influido está su propia familia. “Mi hijo mayor está siguiendo mis pasos, estudiando gastronomía en la universidad”, cuenta Cristina con orgullo. Y así, además de la técnica, Cristina destaca el impacto en su autoestima: “En [un viaje a] Argentina me preguntaban ‘¿Dónde has estudiado?’ Todo lo aprendí con experiencia y capacitación. Me ha cambiado la vida”. Gracias al acompañamiento constante de CODESPA, Cristina ha fortalecido su confianza como emprendedora, desarrollando nuevas habilidades, ampliando su visión de negocio e inspirado a su comunidad.

Otra pieza clave en esta historia de transformación es Wilfredo Veniz, fundador de una asociación de emprendedores turísticos que agrupa a casi veinte iniciativas en diferentes comunidades del Salar. Su compromiso lo llevó a implementar el primer hospedaje con baños privados en la zona, una innovación que hoy es estándar para los emprendimientos locales.

“Conocí a CODESPA en un viaje a Santa Cruz. Desde entonces, nos han apoyado con la infraestructura, la gastronomía y sobre todo en atención al cliente”, comenta Wilfredo.

Nos enseñaron cómo presentarnos ante las agencias, cómo acomodar las habitaciones, cómo cuidar los detalles. Nosotros vivimos del turismo, y eso hay que valorarlo”.

Wilfredo transmite su visión con convicción: lo esencial no es la cantidad de turistas, sino la calidad del servicio que se les brinda. Esta filosofía ha inspirado a otros emprendedores locales, que hoy apuestan por crear y ofertar experiencias memorables, que garanticen ingresos justos y un turismo realmente sostenible.

Gracias al DAP de Australia, los emprendedores han podido equipar mejor sus habitaciones, adquirir materiales y profesionalizar sus servicios. Las capacitaciones, algunas de ellas impartidas por expertos australianos, han servido no solo para mejorar sus negocios, sino también para construir redes de confianza entre comunidades. Como dice Wilfredo,

“CODESPA ahora es más que una organización: somos una sociedad, somos amigos, una familia que sabe cómo ayudarnos a crecer desde el altiplano”.

Los proyectos han generado incentivos para que los propios habitantes muestren su historia, sus productos y sus saberes con orgullo, tanto al visitante nacional como al turista internacional. En un contexto pospandémico, donde el turismo había cambiado profundamente, este trabajo fue clave para construir sostenibilidad y resiliencia. Las comunidades ya no son solo anfitrionas, sino protagonistas de su propio desarrollo.

Cristina es consciente de que el camino del emprendimiento no siempre es fácil, pero también sabe que cada desafío superado deja una huella para quienes vienen detrás. Su experiencia —como la de Wilfredo y tantas otras personas en el altiplano— muestra que el turismo, cuando se trabaja con identidad, calidad y visión comunitaria, puede ser mucho más que una actividad económica, es una forma de fortalecer el tejido social, preservar el patrimonio cultural y proyectar un futuro compartido hacia nuevas generaciones.

Gracias a la colaboración entre CODESPA, las comunidades locales y Australia, hoy el Salar de Uyuni no solo deslumbra por su belleza natural. También brilla por las historias de quienes, con esfuerzo y visión, están convirtiendo al turismo en una herramienta real de transformación social.

 

Texto por Reinhard Augustin

 

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